“Es un cuento que Arsenio Rodríguez murió pobre y olvidado”, dijo Mario Bauzá a Leonardo Padura en un bar neoyorquino. Los dos cubanos trataban de encontrar esencias de la Isla y el Cieguito Maravilloso lo es. La coz de una bestia (presumiblemente una mula) le dejó ciego en la niñez, en los cincuenta se fue a Estados Unidos detrás de una cura que no encontró y se dijo: “la realidad es nacer y morir”. Pero ya había creado los conjuntos o, al menos, Arsenio Rodríguez había sentido cristalizar ese sonido, luego llegarían: El Conjunto Casino, Roberto Faz, La Sonora Matancera, Los Latinos, Rumbavana o Son 14. Todo eso está en un disco que ideó Alden González, antes productor del Septeto Santiaguero. Su nueva propuesta para la Egrem es un sentido homenaje a los conjuntos cubanos junto a Alain Pérez, Alexander Abreu, Mayito Rivera y Geovanis Alcántara: A romper el coco.
El disco, que ya está en el mercado y se encuentra disponible en varias plataformas digitales, cuenta con 10 temas arreglados por Geovanis Alcántara, Roberto Linares “El Seña” y Andrés Hernández en los que los cantantes rinden tributo, entre otros, al Conjunto de Arsenio Rodríguez, al Conjunto Casino, la Sonora Matancera y Son 14. El disco, además, celebra los 55 años de la disquera más antigua de Cuba, así como los 125 años del nacimiento de Miguel Matamoros, los 105 de Roberto Faz y los 100 de Benny Moré y El Niño Rivera.
El álbum cuenta con artistas invitados como Charlie Aponte, Edwin Bonilla, Bobby Allende y la emblemática Conga de Los Hoyos. Fue producido por Alden González y Geovanis Alcántara (coproductores del disco A mí qué - Tributo a los clásicos cubanos, de José Alberto El Canario y El Septeto Santiaguero, ganador del Grammy Latino en 2018).
La grabación se hizo casi en su totalidad en los Estudios Siboney de la EGREM de Santiago de Cuba, con grabaciones adicionales en estudios de La Habana, San Juan, Miami y Nueva York. La mezcla fue también en Siboney y la masterización en Power Light Studios de Miami. En todos los procesos participaron prestigiosos ingenieros como Ronnie Torres, Máximo Espinosa e Iván Salas, entre otros.
La producción contó con la colaboración del artista plástico Alberto Lescay en el diseño gráfico.
El productor Alden González declaró que "ha sido un privilegio contar con estos tres grandes músicos cubanos para esta grabación, pues tienen mucha popularidad entre los jóvenes, en Cuba y más allá, y eso facilita que se pueda cumplir el objetivo esencial de la EGREM con este proyecto que es hacer visible a las nuevas generaciones la riqueza de nuestro repertorio tradicional, en este caso de los conjuntos, un formato muy influyente en la consolidación de los sonidos salseros de hoy".
"Esta es la música que realmente me gusta a mí, he disfrutado muchísimo con esta grabación", comentó Alain Pérez. Mientras Alexander Abreu declaró que A romper el coco es el levantamiento musical que hacía falta desde hace mucho tiempo, y agregó: "Es la única forma que tenemos de recuperar valores musicales que están ocultos y mostrarlos a la juventud actual".
Mayito Rivera dijo: "Estamos intentando con el rescate de este repertorio mostrar el camino a las nuevas generaciones, decirle a todos que del son hemos venido y siempre al son regresaremos. Resulta grandioso compartir este empeño con grandes nombres de la música cubana de hoy, y ya para siempre, como Alexander Abreu y Alain Pérez".
Cada tema del álbum está dedicado a un conjunto. Los productores lo hicieron explícito, no sólo en la carátula del disco, sino en cada uno de los temas: Roberto Faz, y el Conjunto Casino, Pacho Alonso y Los Bocucos, Arsenio Rodríguez, La Sonora Matancera, El niño Rivera, El Conjunto Matamoros, Chapotín, el tresero Luis Lija Ortiz y Panchito Riset, Rumbavana y el Son 14, incluyendo, claro está, las dos figuras fundamentales: Adalberto Alvarez y Tiburón Morales.
Han pasado más de 20 años del Buena Vista Social Club y el Afrocuban All Stars. Los productores han sabido antologar sin repetir, aunque nadie puede obviar las sonoridades de Oscar de León o de Laito Sureda, un protagonista de este sonido que encontró resurrección en la década del noventa. Eso sí, es un disco bailable, de modo que el bolero no entra a escena.
Cada track en esta placa cuenta. Hacer una antología es estar acorralado por los olvidos, pero en este caso son grandes temas bien interpretados y arreglados. Si alguna objeción le hice en un momento era la brevedad, pero en el fonograma se lee “Volumen uno”, lo cual presupone secuela.
Existe en A romper el coco respeto a los arreglos originales y aparece la novedad de este tiempo. Es como si hubieran viajado a las épocas de cada tema con la tecnología y los músicos.
Aunque el disco se grabó en varios estudios, la mayor parte de las grabaciones estuvo a cargo de Máximo Espinosa, Edgar Leyva e Iván Salas de los estudios Siboney de Santiago de Cuba. En la mezcla repiten Salas y Espinosa pero se suman los productores Geovanis Alcántara y Alden González. La masterización se hizo en Power Light Studios, Miami, de la mano de Ronnie Torres.
Los conjuntos tienen aquí un homenaje que los pone en la actualidad del siglo XXI, una sucesión de aciertos donde los productores escogieron bien músicos, estudios y cantantes. Un material obligado para el goce. Recomendadísimo.