Nuestra música latina, denominada afroantillana, afro caribeña o afrocubana adquirió, a lo largo de los años setenta del siglo pasado, una connotación y unas características particulares cuando se le empezó a llamar “salsa”. En efecto, se trata de un término que sí bien, se tornó muy polémico porque no ayudó a dar claridad respecto a las características definitorias de ese supuesto ritmo, termino por recibir la aceptación de propios y extraños. La salsa, por tanto, se caracteriza más por una tendencia anímica que por un compás, un instrumento o una temática concreta. Podríamos decir que es la máxima expresión del Barrio Latino, con múltiples raíces en todos los países de América -con indudable particularidad en Cuba y Puerto Rico- pero casi siempre asociada a la inmigración latina a Estados Unidos, en particular a Nueva York. Se trata de una definición que enfatiza más en la procedencia y ubicación geográfica o sociopolítica, pero la falta de rasgos comunes en el estilo musical y en las temáticas nos obliga a recurrir a esta alternativa. El tema está abierto a discusión, es inagotable y recurrente, y siempre se planteará de modo renovado entre quienes nos admitimos y declaramos como salseros.
Respecto a lo anterior, el aporte de un número indeterminado de músicos, compositores, arreglistas, cantantes, productores, solistas y agrupaciones provenientes especialmente de Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Panamá, República Dominicana, Perú, Colombia y de la ciudad de Nueva York, han creado un legado musical impresionante. La salsa es, por tanto, un crisol de tendencias, propuestas, exploraciones y genialidades que se caracterizan; tal vez, por tener una procedencia caribeña y latina, por lo que comparten un aire alrededor de la experiencia que solo podría traducir por esa palabra indefinible e irrenunciable que es "salsa".
Para que nuestra propuesta interpretativa no parezca exagerada o ligera, ponemos un ejemplo: ha habido agrupaciones con formatos de grandes bandas, orquestas, sonoras, combos, septetos, sextetos, quintetos, cuartetos, tríos, duetos y solistas que han realizado su respectivo aporte a nuestra música, algunos con trayectorias gigantes, de cuarenta, cincuenta, sesenta y más años. Esto quiere decir que el formato de los grupos también es múltiple, así que, como puede ser un cantante o compositor muy talentoso, puede ser una propuesta de formato colectivo como la Sonora Matancera.
En el caso presente, enfatizamos en el tamaño de la producción. Tenemos exponentes que a lo largo de su carrera ha producido, sin exagerar, cientos de discos y miles de canciones. Y también hay algunos con un aporte mínimo pero exitoso. Tal es el caso de la Orquesta Narváez, nuestra homenajeada del mes de marzo de 2016 en nuestra sesión El Salsero del Mes de la página web de la emisora Latina Stereo.
La orquesta fue conformada en la ciudad de Nueva York por el trombonista Dewell Narváez, quien recibió la influencia directa de la música latina en los inicios de la década de los años setenta, marcados por bandas como la de Eddie Palmieri y la de Willie Colón, definidas por el sonido fuerte y característico de los trombones callejeros, que, de alguna forma, identificaban a los latinos que vivían en esa ciudad.