La gira europea de verano del pianista de jazz Chucho Valdés con sus conciertos homenaje a Irakere en los cuarenta años de su fundación, comienza el 3 de julio.
El espectáculo del músico cubano, titulado «Irakere, un tributo en sus 40 años» contará, además de con el pianista, con otros artistas del género del jazz, entre los que figuran Gastón Joya (Bajo), Rodney Barreto (Batería), Dreiser Durruthy (Batás y Vocal), Yaroldy Abreu Robles (Percusión), Carlos Sarduy, Manuel Machado y Reinaldo Melián (Trompetas los tres). Junto con ellos tocarán también Rafael Águila (Saxo Alto) y Ariel Bringuez (Tenor).
UN ESPECTÁCULO ÚNICO
Joan A. Cararach, director artístico del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz, ha definido así este espectáculo que promete emociones fuertes: «Chucho Valdés ha contado más de una vez una anécdota de su juventud que define su pasión arrebatada por la música. Trabajaba en el Teatro Martí de La Habana, y en el poco tiempo de descanso que tenían entre pase y pase, él aprovechaba para ir a escuchar a otros músicos en otros teatros, clubs, donde fuera; al regresar, asombrado les preguntaba a sus compañeros –mucho más veteranos– por qué no hacían como él en lugar de quedarse sentados, acaso cenando, esperando el nuevo turno para tocar. 'Ahora eres joven. Cuando tengas nuestra edad, ya verás tú si irás a escuchar tanta música.' Desde aquel día, recuerda Chucho, se prometió que nunca traicionaría así a la música, que nunca sería como sus colegas, que no dejaría que su curiosidad insaciable (otra de las herencias de su padre, Bebo) se marchitara por el cansancio, los lugares comunes, la vida.
Chucho sigue igual, descubriendo a cada paso, como un niño, músicas que le interesan. Aconsejado por su admirado Joe Zawinul, decidió hace años dejar de lado una de sus mayores contribuciones a la historia de la música, Irakere, el grupo que marcó a fuego a más de una generación de músicos cubanos. Lo hizo, para concentrarse más en el piano, en grupos más reducidos. Pero la tentación de Irakere era demasiado poderosa, y por ello el año pasado, para celebrar el recién estrenado título de padrino del festival de jazz de Barcelona y los 40 años de la creación del grupo, Chucho aceptó, por fin, revisar el legado de Irakere. La onda expansiva de lo que pasó esta noche en Barcelona es lo que van a disfrutar ustedes.
Ejemplo máximo de Cuba como crisol en el que confluyen tantos lenguajes al mismo tiempo, la música de Irakere creada por Chucho revive así como si hubiera sido escrita cinco minutos antes de salir a escena. A través de sus manos y de las de otras generaciones de artistas para quienes la música de Chucho creada para Irakere fue un faro, una referencia. Música para bailar y al mismo tiempo para escuchar atentamente como si fuera una sinfonía de Gustav Mahler, detallando tímbricas, descubriendo (es un decir) polirritmias que parecen tan espontáneas como salidas del laboratorio de un creador en vena, amalgamas sobrecogedoras, una detonación de sonido que requiere del oyente una escucha atenta sin descanso a la búsqueda de una multiplicidad de referencias que no excluye toques de humor cubano, tan difícil de definir como fácil de distinguir.