Por Benjamín Morales Meléndez / Especial El Nuevo Día
Pirulo se lució, tocó sus mayores éxitos, se vio más feliz que nunca y la audiencia lo reciprocó con un bailoteo que no se detuvo por la hora y media de la presentación.
LA HABANA - “Tú lo sabes, yo soy así, un poco loco, pero feliz…”
Esa locura y felicidad que le pone Pirulo y la Tribu a su música sonó con sabor y cadencia en La Habana la noche de ayer, mientras casi dos centenares de boricuas y cubanos, con uno que otro estadounidense o español “colao” en el lugar, bailaban sin parar en una de esas fiestas que sus participantes nunca olvidarán.
La Casa de la Amistad, una icónica residencia colonial localizada en un sector exclusivo del barrio de El Vedado, fue la sede de un encuentro cultural que utilizó la salsa como vínculo para, una vez más, unir a dos pueblos hermanos y antillanos.
Pirulo se lució, tocó sus mayores éxitos, se vio más feliz que nunca y la audiencia lo reciprocó con un bailoteo que no se detuvo por la hora y media de la presentación. Contó con el apoyo del talentoso tresista “Cotó, el diamante negro”, quien también le puso sazón al peculiar ritmo de Pirulo.
“Estoy más feliz que nunca, imagínate, estoy en el país del origen de mi música. Eso que llamamos salsa viene de aquí de Cuba y tocar aquí con boricuas bailando es todo un sueño”, dijo Pirulo.
El encuentro cultural se dio gracias una coordinación entre el Comité de Solidaridad con Cuba y la Brigada Juan Rius Rivera, el grupo promotor de la salsa como baile “Cambioenclave” y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
El intercambio se dio por pura casualidad en medio de proceso de apertura de las embajadas de Cuba y Estados Unidos. Además, el grupo de 115 boricuas visitará varias provincias del este de la isla, acabando su gira en Santiago de Cuba, que esta semana celebra sus 500 años.