Escrito por M.Sc. Miguel A. Gaínza Chacón
Cuando arriba a sus 81 años de edad, Eduardo Morales Orozco es entre los seres humanos, uno de los más felices de La Tierra. Y motivos tiene de sobra.
Era feliz cuando niño, en el pintoresco poblado de Francisco de Guayabal, en Camagüey (hoy municipio de Amancio Rodríguez, en Las Tunas), donde correteaba descalzo por los potreros, y cuando nadaba como un “peje” en el brazo de mar, y por hacerlo con la boca tan abierta los amiguitos decían: “Mira, parece un tiburoncito”. Y se le quedó para siempre lo de Tiburón.
También, fue feliz de adolescente cuando enseñaba sus cualidades como pelotero en los partidos de “manigua”, y cuando cantaba. En esto último era el mejor del poblado. Pero el béisbol lo apasionaba, y tanto hizo y tan bien jugaba que llegó al “centerfil” de los equipos camagüeyanos en la Serie Nacional. Aun así cantaba con esa voz de trueno, al extremo que sedujo al hoy maestro Adalberto Álvarez, y juntos vinieron a Santiago de Cuba y “parieron” al inolvidable conjunto Son 14. Entonces Tiburón más nunca dejó de cantar y Santiago de Cuba lo acogió como lo que es hoy: un hijo ilustrísimo y amado.
La dirección del Museo de la Música Pablo Hernández Balaguer, en Vista Alegre, en esta ciudad, decidió adelantarse al cumpleaños y le dedicó a Tiburón Morales una gala. Le dijeron palabras hermosas; lo saludaron las autoridades principales de la Cultura en la urbe, y el Septeto Moneda Nacional interpretó canciones y, claro está, Eduardo cantó, pero antes donó al Museo –el primer artista que lo hace— un viejo disco de Son 14, una guayabera y un sombrero alón de color blanco. Y cuando atrapó el micrófono demostró plenamente, que aún hay Tiburón para los siete mares.
Más tarde “pescamos” al vocalista. Y habló casi sin pausa, emocionado:
“La felicidad y el cariño que me ha dado Santiago de Cuba es el que me convierte en un hombre joven. Porque estoy joven de espíritu; no tengo ideas derrotistas. Al contrario: si camino un poquito doblado estoy buscando la manera de enderezarme y caminar un poquito más derecho. Porque tengo deseos de vivir, porque te voy a ser franco: La gente que vive en Santiago de Cuba tiene deseos especiales de vivir.”
Al cumplir 81 años ¿cuál es la perspectiva de Eduardo?
“Seguir cantando y seguir ayudando a los grupos de Santiago de Cuba. Yo grabé con el Septeto Santiaguero y agarramos el Grammy, y le estoy eternamente agradecido al Septeto Santiaguero, a su director Fernando Dewar y a los músicos. Y también, se lo agradezco a esta ciudad y a este pueblo santiaguero que son mi vida.
“La gente siente cariño por mí, me lo dicen, me lo gritan en la calle, me lo demuestran en cada esquina, y eso lo agradeceré mientras viva. La única forma que tengo de devolver tanto amor es sintiendo más amor por Santiago de Cuba, por su pueblo, por sus artistas y deportistas. Delante de mí nadie puede hablar mal de esta ciudad porque me encuentra enseguida.”
¿Y México? “Son 14” sigue por México…
“Yo voy a México y estoy un tiempito con Son 14 y a los pocos días estoy aquí en Santiago, en nuestro Santiago. Es muy alto México:
2 700 metros sobre el nivel del mar. Tú te metes 15 días en México y te mareas. Entonces yo voy unos días y viro. Santiago me hala.”
Las canciones que Tiburón cantó durante el homenaje en el Museo de la Música, las hizo a dúo con Tony, magnífico vocalista del también encumbrado Septeto Nacional. Pero las presentaciones de Eduardo con esa agrupación no es lo último que ha hecho…
“Lo último que tengo en la agenda es que voy a hacer un número para grabarlo con Argenis Carruyo, el que era cantante de Dimensión Latina. Él me dijo que hiciera un tema de Los Hermanos Soneros. Yo voy a hacerlo para grabarlo con Argenis. Yo no sé si es que él va a venir o simplemente va a traer las copias y cantar su segmento de la canción. O a lo mejor cantamos los dos en la EGREM.
“Nosotros sabemos que si Argenis viene, enseguida los Estudios Siboney de la EGREM le van a dar oportunidad de que él haga su grabación, porque Argenis es una gente muy querida aquí.”
Bueno ¿y este homenaje?
“Esto me lo están haciendo por los 81 años y yo lo agradezco porque, figúrate, traerme aquí al Museo donde hay tantas personalidades, donde hay tantos valores de los que nosotros somos fieles imitadores; que seguimos ese camino y tratamos de acercarnos…aunque es bastante difícil acercarse a ellos porque estaban dotados de grandes cualidades como músicos.
“Entonces uno, humildemente, va ‘tirando’, se va acercando. Pero lo bueno de todo esto es que uno se siente bien en Santiago de Cuba; uno siente que puede ayudar, que puede aportar para sumarse a tantos grupos santiagueros con buenos músicos de buenas ideas, y voluntad de ayudar.
“En La Habana lo están haciendo. Aquí también podemos hacerlo y una muestra es la competencia “Oye mi canto” que ya se ha hecho entres ocasiones. Y sobra la calidad. Ese muchacho que canta en Sonando en Cuba, el de Santiago… ese muchacho es un caudal de buenas posibilidades. Yo grabé con él, y me di cuenta que es bueno, bueno. …
“Y para que todo el mundo lo sepa: aquí en esta ciudad hay decenas de cantantes como Ramón… buenos cantantes, con buena voz y con temple de sonero como él, porque aquí en Santiago están los buenos soneros… Santiago es la mata de los soneros.”
El cumpleaños ¿cómo lo recibirás? ¿Y ‘la tierra’?
“El 17 de octubre cumplo 81 años. Llego bien… con deseos de seguir adelante. Y de Francisco de Guayabal, compadre, te puedo decir que no voy allá con frecuencia, por los ensayos, los compromisos profesionales pero siempre hablo con mi familia. Ellos me preguntan ‘¿cuándo tú vienes, negro?’ y les digo que en la primera oportunidad estará por allá. Pero mira, el 28 voy a cantar con un grupo en el “Martí” y eso requiere ensayo. Eso me lleva tiempo. Lo bueno es que nunca me olvido de Francisco de Guayabal como jamás me separaré de Santiago de Cuba.”
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