Por: Diego Andrés Aranda Estrada
La tarde del 21 de abril se hizo eterna en su último tramo. La ansiedad por salir corriendo a La Macarena se convirtió en retraso a causa de cada tarea que se atravesaba para llegar a la cita con el concierto de Salsa más importante del año en Medellín. En casa, mientras me preparaba, me llegaban las imágenes que compartían en vivo algunos de mis amigos a través del Facebook Live. Aquí, una mirada sucinta, personal, de aquella noche aventurera de ambiente y alegría.
Concierto diferente con El Diferente
Qué buen show el de Danilo Cajiao. Ataviado de cuerpo entero de naranja metálico, a la usanza de Ángel Canales en la carátula de su disco El Diferente, ese invitado tácito que el vocalista colombiano quiso hacernos vivir en vivo y en directo, y por lo cual, cantó con limpieza las piezas musicales que pude apreciar gracias a la tecnología, que me ha dado tanto. Momento especial cuando adoptó la misma pose de Ángel Luis en la carátula de ese álbum, sentado en el piso, descalzo y en posición de profunda inspiración. Épico.
Previo a mi salida de casa, noté que otro de mis buenos amigos estaba compartiendo los momentos de la presentación de Nelson y sus Estrellas. Una extraña mezcla de admiración previa –porque siempre he considerado al venezolano Nelson González como uno de los grandes genios de la Salsa-, emoción, al escuchar sus bien ejecutados arreglos, en especial ese torrente de Fantasía Latina que hizo temblar la tierra. Y contradicción. Todo lo anterior, contrasta un poco con ese algo de desazón al escuchar otras voces interpretando clásicos y rarezas aprendidas previamente desde los discos, pero esta vez con un sabor distinto, que en la esencia de las voces no se sentía compatible con el inmenso poder de los arreglos ejecutados con maestría.
No pude apreciar sino tres temas y supuse que sería cuestión de ajustar cosas en la presentación. Con afán tomé un taxi y me dirigí al centro de eventos pensando en el inconveniente atasco vehicular que me esperaría. Con sorpresa encontré camino expedito y pude llegar rápidamente.
Me hallé ante el avasallante sonido de la Orquesta Colón.
Orquesta Colón. Qué vacilón
Definitivamente, fue como encontrar la encarnación de lo que hasta ese momento fue solo sonido, desde los vinilos y compactos que componen su corta pero efectiva discografía. Uno de los temas más complejos, en mi concepto, era Pedro Simón, por sus cortes. La banda respondió, no sólo con esto sino con el sonido efectivo de los vientos, una percusión bravía (pues se trataba de Salsa Brava) y la pulcritud en la voz de Eddie “Temporal” Marrero, que respetó letras, soneos y al público congregado en cada rincón del recinto. ¡Qué vacilón!
Los adeptos al Montuno y al Guaguancó, pudieron darse por bien servidos. La guaijra Odio y Falsedad reventó gargantas que intentaban ganarle al poderoso sonido instalado. “En esta vida sólo hay odio y falsedad” vociferábamos a coro.
Impresionantes vientos calcaron el espíritu de las grabaciones y lograron reproducirlo en vivo, como pocos. El mismo estallido emocional se produjo cuando la Colón abría paso a las letras de Así Vivo Yo. “Yo soy salsero de verdad y lo vengo comprobando.”
Luego de su presentación, Temporal bajó de la tarima y recorrió los palcos para recibir el calor de la gente. Alcancé a felicitar a Temporal y abrazarle en modo de agradecimiento por la labor realizada. Dijo, puntualmente: “Hemos venido a realizar un trabajo y creo que se hizo bien”. Así fue.
Orquesta Broadway: Una Charanga de Leyenda
Al fondo, los parlantes anunciaban la puesta en escena de una institución musical que lleva más de cincuenta años ininterrumpidos en el ejercicio de hacer gozar a su gente, con altura, con respeto por las bases musicales de la Cuba de ayer. La Orquesta Broadway se encontraba alineada y las luces tenues dejaban ver la figura de sus maestros integrantes.
De pronto, la flauta tercerola de Eddy Zervigón comandó las notas primeras del viaje que nos esperaba, durante su show y en específico, un primer episodio para recordar a la Isla Del Encanto. Y no sólo se encendieron las luces de la tarima, también lo hicieron las linternas de muchos celulares, ofrendando admiración y emoción a una de las charangas más importantes de los últimos cincuenta años. Sobrevendría la belleza del elegante formato de violines y flauta para, no sólo, rememorar la leyenda de La Broadway sino también evocar la música de la Charanga América.
En medio de la ejecución bien plantada de sus músicos, los dirigidos por Eddy Zervigón hicieron vivir a la asistencia momentos de gran emotividad. Uno de ellos, por ejemplo, fue la magistral ejecución de los maestros violinistas cuando la banda se detuvo y quedaron solos, ejecutando a sus anchas algunas frases dentro de los temas Guaripumpé y Quinta Sinfonía. El público gozó con Canto a la Felicidad y pudo ser testigo de la limpia ejecución de un buen chachachá como La Reina. Al final de la presentación, el respetable exigió otra canción más. La Broadway ofreció como número adicional Ritmo Changüí para cerrar con virtuosismo su presentación, que recibió los mejores comentarios por la mayoría de asistentes al centro de eventos La Macarena. Ábrele camino a mi Son.
Conjunto Universal. Verás que soy de Ley
Otra de las bandas que rescataron su sonido añejo, efectivo y de gran recordación fue el Conjunto Universal. Esta agrupación que desde los ensayos mostró su sonido compacto, lleno de notas por parte de los vientos que asomaron por todas partes de sus canciones al igual que en los discos que muchos afortunados hoy poseen en sus colecciones.
Los asistentes corearon con sentimiento las frases de temas como Mañana Me Caso Contigo, Aquilino, Tú Nunca Pienses, Guaguancó Sabroso. Piezas de un rompecabezas sonoro que se ha distribuido entre oídos acuciosos por más de cuarenta años y siguen tan campantes.
En medio de la presentación del Conjunto Universal, hubo un paréntesis artístico de proporciones mayores. Muchos de los salseros presentes aún no salimos del asombro frente a la soberbia intervención del pianista Kent Gómez, quien junto al Universal, realizó la ejecución de un solo número, uno que bastó para justificar su necesaria presencia en la tarima de Las Leyendas Vivas de la Salsa IV, el pianista Kent Gómez y su inmortal My Ghetto. El piano de Gómez se deslizó durante la ejecución fiel a los cambios de su grabación eternizada en el LP. Fue increíble ver esa combinación de leyendas, el Universal respaldando con solidez y Kent Gómez a sus anchas.
Desfile de Leyendas en bloque. Un sublime final variopinto
Prosiguiendo con la velada, vendría un banquete musical. Un desfile de leyendas respaldadas por la Orquesta La Potente, bajo la dirección del talentoso Hernando “Coco” Ramírez. Una agrupación que no sólo cumplió a cabalidad su rol de respaldo, sino que se impuso en el show con sus solistas.
La amada soledad de Marco Vinicio
El turno era para otro crédito nacional. Un talentoso vocalista que ha recorrido la Salsa en compañía de grandes músicos y destacados trabajos.
Fue notable su trabajo junto a Alfredo de la Fe en un disco producido en Colombia donde el vocalista hizo gala de sus dotes y dejó plasmados memorables soneos. Un artista que no ha tenido el suficiente reconocimiento en su propio país como es debido. En esta ocasión, la noche de las Leyendas Vivas de la Salsa IV le daría merecido lugar en una tarima observada por una audiencia multitudinaria. Marco Vinicio subiría a la tarima saludando a los presentes y con su acostumbrada humildad pediría el aplauso para la gran orquesta de respaldo La Potente. Unos minutos bastarían para que orquesta y solista se compactaran y dieran lugar a la evocación de aquella orquesta dirigida por el trombonista Fernando Martínez desde 1986. La Macarena revivió aquella grabación de 1986 en la que se incluía un número con letra altamente personal, interiorizante, endospectiva, si se permiten los términos: “Amo Mi Soledad” resonó con su fuerza, con el cantante apropiándose del mensaje, haciéndolo suyo.
Jossie León. Tres cosas y más para decir No Me Abandones
Una de las grandes voces que se hicieron sentir en el tablado de La Macarena fue sin lugar a dudas la de Jossie León Blanco. El vocalista puertorriqueño impuso su torrente vocal con canciones evocadoras de otras bandas en las que tuvo que ver, como autor, como cantante o como líder de banda. Indirectamente, el público pudo disfrutar de Chu Linares a través de León con su espectacular número Tres Cosas. Los soneos efectivos, bien entonados y con fortaleza, hicieron bailar a todo el mundo en el recinto. Otro de los invitados tácitos que cobraron vida en el recital fue la Orquesta Mundo. El soberbio bolero Mamacita, que contiene incluso frases de Bossa Nova, fue coreado por los miles de aficionados junto al León Blanco. De la misma baraja, el cantante dejó su historia plasmada en Échame Tu Bendición. Uno de los momentos más emotivos ocurrió con su magistral interpretación de un número incluido en su disco Soy Gigante de 1976.
La Verdad de Johnny Sedes y Leo González
Otra de las grandes leyendas de la noche, un saxofonista que dejara importantes registros discográficos en términos de sonoridad neoyorquina. Cerca de la montaña de Sorte, en Yaracuy, Venezuela, nació Juan Sedes, quien a los dos años es llevado por su familia a Caracas. Ha pasado mucho tiempo desde cuando Billo´s Caracas Boys le grabó el imponente mambo Ya Te Olvidé. También, desde cuando Pacho Galán, junto a Vicentico Valdés le grabó esa joya tropical llamada Muñequita Linda. Las vueltas de la vida lo llevan a Nueva York y logra que Tito Puente grabe su composición Nostalgia Borinqueña y así, poco a poco comenzó a repartir inspiraciones que fueron registradas por las más importantes bandas de La Gran Manzana. Comienza a tocar con la orquesta de Kent Gómez. En 1966 grabó su primer disco con Vitín López. En el 69 graba el más importante trabajo de su carrera: Mamá Calunga, junto a importantes músicos como Pedro Rafael Chaparro, Chivirico Dávila y Leo González.
Justamente, Sedes y González tendrían un reencuentro tras cuarenta años sin verse. Infortunadamente, el maestro Sedes sufrió un accidente leve en su estadía en Medellín y tuvo que subir en silla de ruedas. El público lo aclamó, pues su historia es realmente importante en el desarrollo de la Salsa. Leo González, en un sentido abrazo, saludó a esta gran figura venezolana y se encargó de evocar con su potente voz los números Doce Cascabeles, La Verdad y Carúpano. El maestro Sedes, observando el desarrollo de su música por parte del grupo colombiano, quedó gratamente impresionado por su talento. Los números salieron a la perfección, la gente los disfrutó hasta el delirio y el momento resultó inolvidable. Al fin y al cabo, los dos artífices estaban ahí, plantados firmemente en la tarima cual privilegio para los presentes. Como si fuera poco, la percusión tuvo el sólido soporte de Gerardo Rosales, un exigente conguero que ya ha escrito su propia leyenda. Durante la presentación de Carúpano, en pleno solo de conga abrió un paréntesis rítmico y de repente fue visto ejecutando con gran precisión un pequeño fragmento de cumbia, como saludo a Colombia, país que lo ha recibido siempre con gran cariño. Estos son los ingredientes únicos que sólo pudieron captar aquellos salseros que poblaron La Macarena.
Orlando Marín. La Mesa que quedó sin poner
Hay circunstancias que se presentan en la vida. En la realización de conciertos también pueden surgir novedades que deben ser manejadas con destreza. Uno de los más esperados artistas que fueron anunciados para la cuarta versión de Las Leyendas Vivas de la Salsa fue el legendario timbalero Orlando Marín. Muchos esperaban con afán sus clásicos como la Casa, Orlando’s Guajira o Ritmo Bembé. Algunos más, aguardaban escuchar temas como La Mesa o Guaguancó Moderno. Faltando poco menos de un mes, su médico personal le ordenó que no viajara y que mantuviera reposo por determinado tiempo. Este mandato de salud impidió la presencia de The Last Mambo King en La Macarena. Muchos lamentamos la noticia y se creyó que no sería igual el concierto sin esta leyenda viviente. Desde su hogar, el maestro envió su excusa pública y lamentó no poder hacer parte de la velada del 21 de abril. Sin embargo, se espera que con estos exigentes cuidados, pueda estar en condiciones óptimas para hacer parte de una futura sesión de Las Leyendas Vivas.
Tony Molina. La gran Leyenda Viva que superó al tiempo
Con su acostumbrada visión, Édgar Berrío buscó alguien que equiparara en importancia histórica a Marín (cosa casi imposible). Finalmente, de una reducida muestra de posibilidades eligió al personaje más adecuado para este fin.
Un hombre que no sólo estuvo en el mítico ballroom The Palladium sino que además, fue el primer artista que se presentó allí, luego de haber pasado por otros sitios de renombre como el China Doll junto a José Curbelo. Se trata de Dante Antonio Molina, recordado en los registros discográficos de todos estos grandes como Tony Molina.
Una voz que desde sus inicios se destacó con sus soneos y voz particular. Mucho tiempo ha pasado desde su debut con César Carrión y su grupo Alma Boricua. También, desde la conformación de un trío junto a Federico “Fico” Maldonado, padre de Richie Ray (Entre otras cosas, tuvo en sus brazos al que llegaría a ser uno de los grandes pianistas de la Salsa). Junto a Joseíto Román llegó a cantar en el Palladium, abriendo el show del gran Machito y sus Afrocubans. José Curbelo le dio una oportunidad en reemplazo de Gilberto Monroig y con maestría interpretó los temas Paula y Sacando Polvo en la Humedad. Molina dirigió su propia orquesta (Ya no te Puedo Querer) por aquel tiempo y luego haría parte de la orquesta de Alfredito Levy (Quivicán, Anabacoa). Desde entonces, su trabajo ha estado ligado para siempre con el de personajes de la talla de Johnny Conquet, Juanucho López, Rafael Oscar Muñoz Bouffartique, Ramón Argüeso, Gilberto Calderón (Joe Cuba), Héctor Rivera, Randy Carlos y el etcétera no alcanza.
Con sus 90 años y un gran espíritu juvenil, subió a la tarima para cumplir uno de sus grandes sueños en el tiempo reciente. Visitar a Medellín y estar en el cartel de Las Leyendas Vivas de la Salsa. Una vez, cumplido este sueño, en una emotiva presentación ante la cual muchos no pudieron evitar las lágrimas de la emoción, procedió a presentarse como el gran artista que siempre ha sido. Con una increíble energía emprendió su viaje musical con La La La, Sun Sun Babae, Poco a Poco y Oreja Mocha. El empresario Édgar Berrío le entregó un reconocimiento por sus 75 años de trabajo por la música. Con el acompañamiento del percusionista bogotano, el maestro Rubén Toledo, La Potente desempeñó un papel determinante en el desarrollo de este show evocador.
Estos fueron los momentos percibidos por quien escribe de otro concierto más para la historia. Las Leyendas Vivas de la Salsa en su cuarta versión, llevó alegría directa a las más de seis mil almas que se concentraron en esta noche de música inolvidable. No hay lugar para dudas. Este y los anteriores carteles, cumplieron las expectativas de la asistencia. Muchos de los episodios relatados sólo serán posibles una sola vez en la vida y ya ocurrió. Cada concierto es una historia irrepetible y más cuando se trata de leyendas.
Los efectos colaterales
El decidido apoyo a iniciativas como esta, abre la posibilidad de una dinamización en la economía de diversos sectores de la ciudad que giran en torno a la Salsa. Hubo incremento en la venta de música, gracias a que Medellín se ha convertido en uno de los centros más buscados por coleccionistas y aficionados del mundo para hallar diversas piezas fonográficas en LP o CD. Caso destacado, la afluencia masiva de público que por tres días colmaron las instalaciones de almacenes como Hit Musical.
Además, la hotelería local tuvo un crecimiento gracias a la llegada, no sólo de artistas, sino también de públicos procedentes de diferentes geografías, dentro y fuera de Colombia.
El posicionamiento de Medellín como plaza salsera, se revitaliza con eventos de esta categoría.
Quedamos en espera de la quinta versión. Ya está comprometido Édgar Berrío y sus eficaces aliados para traer un nuevo concierto que de seguro habrá de llenar de emoción a los salseros del mundo.
Sigo diciendo, GRACIAS.