Por María Isabel Carrasco Cara

Si eres un amante de la salsa o solo has escuchado un par de canciones de este género, es probable que hayas escuchado la voz única de la Black Queen de América Latina. Bueno, en realidad, ella era más que una reina; muchas personas la llamaban la diosa de la música tropical. Era un personaje único que se convirtió no solo en artista influyente en la música latina, sino también en un icono negro importante en una cultura que no celebra la negrura. Así que, echemos un poco de "azúcar" en nuestras almas y nos sumergimos en la historia de la mujer que cambió la música latina para siempre.

Quien era Celia

Celia de la Caridad Cruz Alfonso nació en La Habana en 1925. Desde muy temprana edad, se enamoró de la música y demostró ser una cantante natural. Aprendió música de santería gracias a su vecina, que era practicante y cantante, y a pesar de la desaprobación de su padre por el género (siendo él un católico ferviente), pronto comenzó a incursionar en esta práctica y aprendió Yoruba, un idioma que se habla en África Occidental, adoptado por los santeros. Cuando era adolescente, su tía la llevaría a ella y a su prima a los cabarets en La Habana para actuar. Su padre, que tenía grandes esperanzas para su hija, estuvo de acuerdo siempre y cuando ella se quedara en la escuela. Así sucedió, y después de la secundaria, ingresó en la Escuela Normal para Maestros, donde estudió para convertirse en profesora de literatura. Sin embargo, sabía que la música era su pasión, y cuando uno de sus profesores le dijo que podía ganar más en un día cantando que lo que la mayoría de los maestros cubanos hicieron en un mes, decidió seguir su sueño. Celia sabía que si quería convertirse en una cantante importante, tenía que estar completamente capacitada, por lo que en 1947 se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música de La Habana, donde estudió teoría, canto y piano.

A partir de este momento, comenzó a recibir algunos conciertos menores e incluso asistía a un programa de radio llamado "Hora del Té", donde ganó varios concursos de canto. Trabajó en algunas grabaciones como segunda voz en Venezuela, pero su verdadera oportunidad llegó en 1950, cuando uno de los grupos más populares en La Habana, La Sonora Matancera, necesitaba una cantante principal después de que su original decidió renunciar.

Algunos de los miembros habían escuchado a Celia en la radio y la conocían por sus actuaciones en el cabaret, así que a pesar de su corta edad, decidieron darle una oportunidad.

Durante quince años trabajó con la Matancera, y se convirtió en un ícono más popular y grande que el propio grupo. Hicieron una gira por toda América Latina, lanzaron varios álbumes y se convirtieron en un elemento básico de la vida nocturna de La Habana (Celia incluso apareció en algunas películas de la famosa Edad de Oro del cine mexicano).

Cuando Fidel Castro llegó al poder en 1959, Celia estaba de gira en México, y cuando intentó regresar a Cuba, se le negó la entrada. En 1961, se convirtió en ciudadana de los Estados Unidos y estaba decidida a conquistar a la comunidad cubana que se había establecido en los Estados Unidos. Al unirse al legendario Tito Puente, ambos firmaron con una compañía discográfica para lanzar un par de álbumes que no funcionaron tan bien, pero después de cambiar de compañía, se convirtieron en figuras musicales influyentes escuchadas por las comunidades latinas de todo el mundo y viajando a Europa y Asia. En poco tiempo, Celia había conquistado el mundo.

Ella era una verdadera reina de la moda.

Además de su gran voz y personalidad, algo que hizo que Celia se destacara de otros músicos de salsa y tropicales fue su estilo de moda único, que honraba sus raíces afro-caribeñas. Combinando elementos de la cultura cubana y su ascendencia africana, aparecería en el escenario con atuendos vibrantes y coloridos con diseños intrincados y hermosos que cautivaron a su público.

Al mismo tiempo, comprendió completamente la importancia de su imagen en el escenario y el impacto que podría tener como experiencia general. Por esa razón, incluso sus trajes fueron pensados ​​para ser parte de su actuación. Especialmente al comienzo de su carrera, usaba vestidos que se movían y se balanceaban al ritmo de sus canciones.

Una de las cosas que todos recuerdan de esta reina de la salsa es también sus extravagantes y notables peinados, a menudo adornados con bandas de colores o plumas que combinan o complementan el color de sus atuendos para detener el espectáculo. Aunque su apariencia no es tan fácil de llevar a la vida cotidiana, para ella no tenía importancia, ya que era algo fuera de este mundo y, sin embargo, logró inspirar a tantas mujeres con su confianza y alegría contagiosas.

Su importante legado

Celia revolucionó la industria musical latina no solo con su talento y presencia, sino también al convertirse en una de las figuras más importantes de la salsa y la música tropical, dos géneros históricamente dominados por hombres. A lo largo de su vida, fue reconocida con varios premios, incluyendo siete Grammys. Además, en 1994, se le otorgó la Medalla Nacional de las Artes, y más tarde ese año, se la incluyó en el Salón de la Fama de la Música Latina de Billboard. En 1998, fue galardonada con un Doctorado Honorario de Música en Yale, y al año siguiente fue admitida en el Salón de la Fama Internacional de los Latinos.

Durante los últimos años de su vida, en 2000, fundó la Escuela secundaria de música Celia Cruz Bronx, que todavía está abierta para los jóvenes que desean seguir una carrera en la música. Además, se convirtió en la primera mujer latinoamericana en obtener una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, uniéndose a leyendas como Aretha Franklin.

En 2003, falleció debido a un cáncer cerebral, dejando un enorme vacío en el corazón de quienes crecieron bailando y cantando con su música llena de tradición, innovación, emoción y fuego que hizo bailar a todos.

Lo que es importante entender acerca de Celia Cruz, es que su carácter y talento únicos no tenían comparación en ese momento, y logró conquistar una industria que dejó atrás a las personas de color, especialmente a las mujeres. Pero lo que es más importante, hizo que el mundo se enamorara de los ritmos arraigados en la cultura latina.

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