Procedentes de Nueva York, Los Hacheros dominan con increíble soltura buena parte de los ritmos que nacieron o se incubaron en la mayor de las Antillas, Cuba: el son montuno, la guajira, la guaracha, el guaguancó, el mambo, el cha cha cha e incluso el bolero. Los suelen combinar de tal manera que en ocasiones parece que jueguen al despiste. A ese juego contribuye el hecho de ser una banda reducida, todo y que alguno de ellos domina más de un instrumento y literalmente se multiplica por dos. Lo que en un principio debería ser una dificultad logran superarlo con arreglos originales que ellos mismos se cocinan a la medida de un combo que ya de por sí es original. La ausencia de piano o no poder disponer en algunas ocasiones de bongó o unas congas, como les hemos podido ver en algún vídeo, no parece suponerles problema alguno.
Con una formación de tan sólo cinco y en ocasiones hasta un máximo de siete músicos, Los Hacheros son como un pequeño gran combo, capaces de adaptarse a cualquier formato de banda latina. Desde el clásico conjunto cubano –gracias en particular al tumbao que aportan el tres de Jacob Plasse y el contrabajo de William Ash–, la charanga –con la flauta de Itai Kriss y el violín de Eddie Venegas como protagonistas– o un auténtico combo de salsa dura, donde el trombón –también de Eddie– se hace imprescindible para imprimir ese sonido tan característico que requieren los montunos. Si a todo esto le añadimos la criollísima voz de Héctor “Papote” Jiménez con su soneo y el control que tiene de la clave, ya está casi todo dicho.
En 2012 lograron sorprender con su primer trabajo discográfico, Pilón, un álbum de nueve cortes grabados todos ellos en formato analógico. La idea era plasmar el sonido de la forma más auténtica posible. Para ello contaron con sus propios recursos y su propio sello, Chulo Records, con Jacob Plasse al frente, que es también quien dirige la banda.
La mayoría de los temas incluidos en Pilón son piezas del cancionero popular cubano que Los Hacheros supieron adaptar con destreza y sorprendente habilidad. No olvidemos lo que decíamos en un principio, que no son más de cinco o siete músicos afrontando canciones que a menudo fueron interpretadas por auténticas big bands. Algunas de esas piezas, las más sobresalientes, son: Azúcar, de César “Pupy” Pedroso (Los Van Van), Chano, el célebre guaguancó de Beny Moré “Rumberos de Ayer”, Papote's Guajira, una particular recreación del “Choco’s Guajira” de Alfredo “Chocolate” Armenteros, Convergencia, el magistral bolero de Marcelino “Rapindey” Guerra, o Mami me Gustó, un soberbio montuno del repertorio de Arsenio Rodríguez.
Cuatro años más tarde nos reencontramos con unos músicos cada vez más curtidos a fuerza de ir pisando tarimas, que apuestan por acelerar un tanto el ritmo para el agrado de los bailadores y vacilar con nuevas sonoridades sin perder aquellas buenas dosis de autenticidad. Así las cosas, en febrero de 2016 presentan Bambulaye (Chulo Records, 2016), una auténtica coctelera de ritmos donde la mayoría de canciones –ahora sí– son de cosecha propia.
Tal es el caso del homónimo Bambulaye, algo así como un guaguancó con buenas dosis de mambo para incitar al baile más desenfrenado. En Justicia se abordan con valentía, al más puro estilo Rubén Blades, los serios problemas de discriminación racial y abusos por parte de la policía.
Querida Madre comienza con un cadencioso montuno que recuerda a la mejor época de Héctor Lavoe con Willie Colón, que se acelera y se transforma en un frenético mambo auspiciado por el trombón de Eddie. Bomba de Loisa es un homenaje a la bomba puertorriqueña de Santurce y Mayagüez, aunque destila más sabor cubano que boricua, con guiños incluidos al Cachondea de Cheo Feliciano de sus tiempos con Joe Cuba. Las Nieves de Brooklyn es un breve y bonito vals trenzado por la flauta de Itai y el violín de Eddie.
En Timbalaye destacan de nuevo el violín de Eddie, el cubanísimo tres de Jacob y el inspirado soneo de Papote; es un tremendo guaguancó con reclamo en la lírica de otros ritmos de corte afro como el mozambique, la timba de Elio Revé o el ritmo songo de Los Van Van. El disco lo rematan con Descarga para Abe, una descarga en toda regla para el goce del personal, donde no faltan los oportunos solos de flauta (Itai Kriss), trombón (Eddie Venegas), voz (Papote Jiménez y coros) y conga (Roberto Quintero).
Y aún les ha quedado hueco para incluir dos adaptaciones: Píntate, el montuno de Roberto Faz que Eliades Ochoa rescató en
1999, tamizado por la arrolladora maquinaria de Los Hacheros. Y Esta Noche Corazón, un bolero interpretado con maestría por parte de Papote que popularizó Beny Moré junto a Tony Camargo a principios de los ’50, obra de los compositores mejicanos Chucho Rodríguez y Gabriel Luna.
Un trabajo hecho con calidad y buen gusto el de Los Hacheros, no les quepa la menor duda. Disfruten de ellos, le sorprenderán... y cuidado, que van a dar mucho de qué hablar.
Dj Paio pa' Rumba